Explicar con pocas palabras lo que significa  para mí el baloncesto, sería inexplicable. Aunque podría decir que la capacidad que produce en mí, el todo que recubre a este maravilloso deporte es maravilloso. Disfrutar tremendamente de cada instante, en la planificación, en la elección del staff del trabajo multidisciplinar, en los fichajes, la construcción de un equipo, llevar un programa a tiempo, el diseño de los entrenamientos, el trabajo en pista, el trabajo de específicos de tecnificación, sesiones de videos, reportes, scouting, sesión de tiro, la puesta en escena del plan de partido en la competición en sí, el análisis post partido, llegar a objetivos...y volver a empezar cada semana. A grandes rasgos esto supone una metodología, una idea, una filosofía, una cultura, amor por lo que uno hace. La gestión de entrenos, equipos, de partidos, de las emociones, la formación continua...es lo más cerca de crear arte en donde tocas varios puntos, muchas teclas en la cuál la sincronización debe ser perfecta. Ser entrenador de baloncesto es felicidad, alegría, necesidad y aún así sabiendo que hay momentos que no son tan buenos o de crisis, pero en estas experiencias radica el aprendizaje en el proceso de crecimiento necesario. La autoexigencia viene con el cargo, el amor por los detalles, la comprensión y conocimiento del juego con el tiempo con muchas batallas en las espaldas. Pero quizás lo más importante no deja de estar en las personas, las temporadas pasan y pasan pero siempre quedan los buenos recuerdos de los jugadores que has tenido la posibilidad de entrenar y todos los individuos que intervienen en este mundo. "El baloncesto un mal necesario".-